Así nació el Plan Comunión: por fe, no por fuerza.
Dos incidentes dieron origen a la "Promoción del Plan Comunión".
El primero ocurrió a los cuatro años de haber iniciado labores la Obra. En un momento de gran dificultad económica por falta de recursos, decidí acudir al Señor. Tomé la decisión de visitar tres amigos personales, quienes, con mucha seguridad, me donarían recursos económicos para salir de la dificultad. Ninguno de los tres estuvo en condiciones de ayudarme.
Yo empecé a sentir alegría porque la Fundación Francisco y Clara de Asís se iba a acabar. Se terminaría esa carga que consideraba superior a mis fuerzas, y decidí empezar a vender los carros para liquidar la Obra. Le dije al Señor:
"Si esta Obra no se sostiene, es porque Tú no lo quieres o no la necesitas".
A los pocos días salí a visitar a la Madre Superiora de las Hermanas de la Presentación, con quien tenía una cita a las 2 de la tarde. Después de dar muchas vueltas sin encontrar la dirección, y acercándose la hora de la cita, le pedí al conductor que fuera a buscar un teléfono para averiguar nuevamente la dirección. El conductor se fue… y no regresó.
Me bajé del carro y empecé a caminar por la calle en dirección al centro de Medellín. Me paré frente a una bizcochería a mirar el letrero cuando observé, con el rabillo del ojo, que venía hacia mí una mendiga con aspecto típico, inequívoco de gran pobreza: medias tragadas, delantal, pañuelo en la cabeza y un bulto de basura al hombro.
Como yo permanecía muy serio mirando hacia la bizcochería, pero siempre vigilante, ella intentó varias veces acercarse, pero, viendo mi seriedad, se devolvía. Por último, se dirigió hacia el mostrador de la bizcochería y desde allí vino directamente hacia mí y me dijo:
"Padre, esta limosnita"
Era un billete de 50 pesos.
Yo me asombré. Recordaba mi oración al Señor de hacía pocos días, era consciente de la situación económica de la Fundación, y esta ofrenda me impactaba. Yo no tenía ni un centavo en el bolsillo. Le insistí varias veces que aceptara esa ofrenda como mi regalo, que era la plata de su algo, que hiciera de cuenta que yo la había recibido pero se la había regalado.
Ella me miraba seria, con ceño adusto, y me dijo:
"Es que no es para usted… es para Francisco y Clara."
Entendí perfectamente el mensaje. La mendiga se perdió, y pocos días después se iniciaron las donaciones para el sostenimiento de la Fundación.
Nunca ha faltado nada, y hemos tenido donaciones ocasionales importantes de gente muy pobre. Casos verdaderamente providenciales.
A los 20 años de la Fundación, y como de costumbre, afrontábamos dificultades económicas. Se planeó el Concierto de Navidad en el Teatro Metropolitano de Medellín, con la esperanza de recaudar lo necesario para finalizar el año.
La noche del concierto, llovió fuertemente sobre Medellín desde las 2 de la tarde hasta las 9 de la noche. El concierto era a las 8. Económicamente, fue un fracaso.
Pocos días después, fue la celebración de la misa de Acción de Gracias por los 20 años, en la Catedral Metropolitana. Terminada la ceremonia, se me arrimó una señora anciana, inválida, y me informó que tenía una donación para hacerme, que la llamara.
Así lo hice y me encontré con doña Genoveva, viuda pobre que vive de la pequeña pensión que le dejó su esposo. Me dijo:
"Padre, vamos a la Caja Social de Ahorros, que le voy a donar para la Fundación un título de $2.000.000 que he logrado ahorrar trabajando en cocinas durante toda mi vida."
Le sugerí a doña Genoveva que lo dejáramos a nombre de los dos y que, posteriormente, la Fundación sería heredera.
Ella me dijo que su voluntad era donarlo para la Fundación, porque había escuchado por radio que nos había ido mal en el Concierto de Navidad.
Estos dos incidentes —uno a los 4 años de iniciada la Obra y el otro a los 20 años—, unidos a un sinnúmero de acontecimientos similares, todos con benefactores pobres, campesinos, enfermos, y algunos sin recursos económicos pero llenos de entusiasmo y cariño por esta Fundación, me llevaron a la conclusión de que el "Plan Comunión", ofrecido inicialmente a benefactores pudientes, debía ser anunciado a toda la comunidad de Medellín a través de los medios de comunicación existentes, y muy especialmente en cartas dirigidas a la familia —en cabeza de la esposa o madre—, para que ella pudiera presentarlo al esposo o al grupo familiar.
Esta actividad se desarrolla con la recta y sincera intención de ofrecer el Plan Comunión como una actividad que convierte esta Fundación en un Punto de Encuentro con el Señor.
La Fundación interpreta así el pasaje evangélico de Jesús en el templo y la viuda pobre que deposita dos moneditas como ofrenda, y mereció un elogio de parte del Señor. Para nosotros, dejó una advertencia:
"Esa viuda pobre dio más que todos ellos juntos, porque ellos dieron de lo que les sobra, y ella dio todo lo que tenía para vivir."
Estas ofrendas de los pobres, según la palabra de Jesús, serán suficientes para sostener las Obras de Iglesia.
Esta visión espiritual de las cosas convierte en testimonio vivido durante 20 años un enunciado de la Espiritualidad de la Fundación Francisco y Clara de Asís:
"Tú, quien quiera que seas: ponte frente a la Roca del dolor de Cristo vivido en tus hermanos y golpea con la vara de tu fe y tu humildad pidiendo santidad. Brotarán raudales de Gracia que salta hasta la vida eterna."