UNIDAD 1
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ SE DICE DE LA ESPERANZA?
“Afirmamos que “la Esperanza es lo último que se pierde”. Que la Esperanza calma la ansiedad. Que la esperanza nos levanta cada mañana, haciéndonos reconocer que por más oscura que esté la noche, llegará el nuevo amanecer.
Por la Esperanza, tenemos la capacidad de considerar que ningún problema es eterno; que al final todo estará bien y que, si no está bien, es porque aún no es el final.
Sentimos que “la Esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que hemos recibido”. Romanos 5,5.
La Esperanza nos abriga. Por la Esperanza el pueblo de Dios ha sido educado. La Esperanza está en un cielo nuevo y en una tierra nueva. (Apocalipsis 21,1).
Nosotros lo que tenemos son pequeñas esperas: Por ejemplo: esperar a alguien que llegue, que se cumpla un plazo, que los hijos crezcan y se realicen, que el dolor que se siente pase, que el problema actual se supere con el tiempo, poder pagar una deuda, etc.
Pero tenemos SOLO UNA ESPERANZA, que, a los oídos del mundo de consumo, de materialismo, utilitarismo y pragmatismo, no le suena bien: NUESTRA ÚNICA ESPERANZA DESPUÉS DE HABER NACIDO PÀRA AMAR, ES MORIR PARA VIVIR Y ENCONTRARNOS CON ÉL.
El sueño de eternidad es nuestra esperanza. Aquí cumplimos una misión y no podemos despreciarla por ponernos simplemente a esperar. No podemos despreciar la misión: nacemos para amar, pero no podemos evitar la esperanza: MORIMOS PARA VIVIR El sueño de eternidad; encontrarnos definitivamente CON ÉL Y EN ÉL.
Esto lo entendieron y experimentaron los santos, era todo un tratado, a tal punto que aun amando y sin estar fastidiados con la vida, fueron capaces de decir: “Muero porque no muero y si yo sin ti me quedo y si tu sin mi te vas, muero porque no muero”: es el anhelo de la ESPERANZA.”. (Apartes de homilía del Pbro. Pedro Justo Berrío, junio 2 de 2020).
Sigamos paso a paso la sabiduría de la enseñanza de San Juan Pablo II que escribió la Carta Apostólica: “Sobre el Sentido Cristiano del Sufrimiento Humano”, publicada en el año 1984, a la que en latín se le llama “Salvifici doloris” cuyo sentido de la frase, sería: “Valor salvífico del dolor”.
A partir de este testimonio, de modo resumido,
iré realizando también algunas consideraciones aplicativas para la reflexión
y la existencia de cada uno de nosotros.
Juan Pablo II vivió o encarnó el mensaje que allí nos entrega.
“La alegría deriva del descubrimiento del sentido del sufrimiento”.
No es que el sufrimiento produzca alegría, sería esto, síntoma de algún nivel de masoquismo. Lo que produce alegría es descubrir qué sentido tiene el dolor que vivo, pues experimentarlo aguantándolo porque sí, porque no hay de otra, o por simple resignación, sería una condición de existencia, inmensamente vacía y profundamente triste.
Reto:
Voy a profundizar y a encontrar el sentido que posee el dolor propio que padezco.
¿Qué es aquello que hoy te duele tanto que te produce deseos de escapar?...
En la medida en que vas avanzando en la reflexión de este tema, vas a ir identificando el dolor principal; escribiendo cada día, irás ahondando en sus causas y consecuencias. Sobre todo, en cuál es su sentido, su razón de ser.
En otras palabras, vas a ir hallando la bondad, la utilidad, la maestría de este sufrimiento, para tu vida, y luego, para la vida de quienes te rodean.
La Luz del Amor de Dios en su Palabra, enseña que: “Todo sucede para bien de los que amamos a Dios” (Romanos 8,28)
Noticia:
El dolor y sufrimiento es de la naturaleza del ser humano, inseparable de su existencia terrena. ”El tema del sufrimiento, es un tema universal que acompaña al hombre a lo largo y ancho de la geografía. En cierto sentido coexiste con él en el mundo y por ello hay que volver sobre él constantemente”.
Cuando el hombre, (varón – mujer) padece, sufre, es doliente; esta situación en los demás, o por lo menos en algunos de sus semejantes, despierta la compasión, el respeto, el temor, y la necesidad del imperativo de la FE en el corazón.
Pregunta:
¿Qué emoción, sentimiento o reacción se despierta en ti, al descubrir el dolor del otro?...
Porque puede suceder algo grave: que no produzca nada, entonces la indiferencia me lleve a vivir preso de mi propio ego, y así, hasta mi propio dolor no lo podría ni reconocer, ni transformar.